miércoles, 2 de abril de 2008

carta esmeralda

Esmeralda,

Te escribo esta carta por motivos del destino, de las casualidades y coincidencias, de las tragedias y comedias; de, quién sabe, algún dios. Aprendí que no hay que dejar las cosas a medias: nadie llega tan lejos para no seguir. Este es mi más puro deseo: que sigamos, que tu sigas respirando y haciendo suspirar, y que yo siga robando fuego en mi búsqueda a la preferida eternidad. Como bien dijo Rimbaud...

No es tiempo de arrepentimientos, es tiempo de viaje, de dormir bien para soñar en paz aunque, aveces, parece imposible no hacer más que rellenar el cenicero y saber que la copa anda rota. No te preocupes por el futuro, sólo espera tener suficientes botas para cambiarte. No te preocupes por mí, soy como los gatos y estoy emprendiendo un viaje estando en otro. Voy sin él reloj al que me regalé.

Recuerdo, las últimas veces que nos vimos, las palabras eran pocas y eran muchas más. ¿qué nos pasó? ¿acaso hemos cambiado? ¿acaso éramos otros? Me enteré que ya no existe más el bar al que solíamos ir ¿habrán visto con claridad? Te pido un gran favor, no hables de mí con nadie que aveces trato de oír a las paredes y aveces lo consigo. Te lo ruego, no me subrayes ni con lápiz, ni demasiado con el pensamiento.

Tal vez, infinito tal vez, es la única verdad. Tal vez, por capricho divino, nuestros caminos se vuelvan a cruzar. Esperaré con ansias dicho momento aunque el viento no me ha dado de alta y el viento tiene mucho enseñar. Escucha al viento, eco del mar. Escucha al callejón, llega hasta mi mente.

Con el fin de esta carta, espero que regrese la literatura, que vuelva a reinar la música; que, sean los que sean los colores que tienes en mente, los puedas ver brillar y, como si fuera poco, que nos vaya bien. Por nuestros nombres, por la melodía del mío y la poesía del tuyo, canción rodante, me despido. cuídate mucho y sé feliz.



te quiere,
G.

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